lunes, 6 de septiembre de 2010

Con la cabeza bien puesta.-

Retornamos a las letras, el tema que tocaremos de forma sencilla y concreta será el papel que ha desempeñado hasta hoy el mundial de básquet en Turquía.
Si bien el mundial arranco con varias sorpresas (derrotas de España en dos ocasiones que casi lo dejan afuera de la segunda ronda, eliminación de Puerto Rico y sorpresa de Angola), el mundial para argentina se ha presentado de una forma muy particular. El team todavía no logra despegar en ataque ni en defensa, sigue teniendo su juego concentrado, estático, basado en el pick and Roll que se produce entre Prigioni y Scola o en alguna magia del pibe maravilla, el lancha Delfino. En cuanto a la defensa todavía no se ven claros los relevos, los cambios de marcas y las ayudas que se tendrían que dar cuando se produce una buena penetración; la defensa personal se nota fría, sin explosión (salvo en Delfino, Jasen y la sombra Sequeira), sin agresividad.
Las defensas aquellas que hicieron volar al equipo argentino a cargo de Magnano quedó lejos, a años luz de lo que estamos viendo, la variación y movimientos en el ataque también es parte del pasado; los cambios y rotaciones de jugadores son demasiado sensibles debido a que la diferencia entre titulares y suplentes es increíblemente grande. La selección no es la misma y lo vemos todos, pero aún así la seguimos hasta el final, manteniendo la chispa, la energía, la fe y la ilusión que siempre nos generan estos gladiadores. Aún esperamos el plus que saben dar estos muchachos en momentos críticos, aún ansiamos los primeros puestos, soñamos y anhelamos esos momentos. Aún cuando el rival de turno es nuestro enemigo de vida, Brasil, aún cuando su entrenador es alguien de la casa como Magnano, aún cuando sabemos que esta será la ultima lucha, aún así estamos a su lado, porque nunca nos bajamos del barco y tampoco lo haremos independientemente del resultado del Martes.
No existe el fracaso para estos hombres, esta palabra fue borrada de su diccionario, volver en primera ronda o llegar y ganar la final es solo el desenlace de este andar increíble que supo tener la armada argentina. El fracaso ya quedó lejos, atrás, borrado de nuestra memoria, todo lo que hay es gloria, y esta palabra excede resultados. La gloria es lo único que supo conocer este equipo, ante cualquier adversidad, ante cualquier rival (USA, Brasil, Lituania o Servia lo saben), es por eso que después de tanto remar contra la corriente han llegado al final del río, donde no soplan vientos, donde el sol brilla en lo mas alto, donde el blanco de las nubes y el azul del cielo dibujan una bandera Argentina, y repito, el clima en este océano seguirá siendo el mismo después del martes, aún con un resultado opuesto.
Este barco ya llegó a puerto pero no por eso dejaremos que tire el ancla, seguiremos expectantes a lo que suceda. Es por eso que hoy brindo por ellos, por nuestro Oficial Scola (autoridad máxima a la que todos deben obediencia) y sus tripulantes. ¡Salud país! Levanten su copa bien alto y mantengan la cabeza en la cima, porque estos muchachos supieron ser dioses entre reyes.

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